¿Qué tan 'riesgoso' es comprar carro de segunda?

La idoneidad del taller dice mucho sobre la calidad de las reparaciones que le han hecho y sobre su estado general. Un carro que ha sido estrellado podría estar en mejor estado que uno 'invicto'.

¿Un vehículo al cual le cambiaron varias latas después de un accidente debería comprarse? ¿Y si el motor presenta fugas de compresión en alguno de sus cilindros y está 'ad portas' de pedir reparación, puede tenerse en cuenta? ¿Es propio adquirir un carro cuyo chasís ha sido enderezado en frío y con los reglajes adecuados? ¿Vale la pena elegir aquél que fue repintado en su totalidad, con toda la técnica y utilizando pinturas de calidad?
La respuesta a todas estas dudas es un 'sí' condicional. Todo depende del trato que haya recibido, es decir, de que su hoja de vida incluya talleres idóneos, mantenimiento oportuno, repuestos originales y servicio de calidad. 
También depende de qué tan 'pata brava' haya sido su anterior dueño, condición que se manifiesta en el kilometraje (20 mil kilómetros anuales de recorrido es lo normal), y del estado general de ciertas áreas que no se suelen mirar con detenimiento, pero que ponen al descubierto lo que se trata de cubrir con 'maquillaje'. 
Así las cosas, todo es relativo a la hora de comprar un buen segundazo, por eso es importante auscultarle las partes más sensibles y tener en cuenta quiénes, cómo y dónde le han hecho todos los mantenimientos preventivos y correctivos, antes de girar el cheque.
LA PINTURA
No por verlo polichado, el vehículo que le están vendiendo fue pintado con las normas de calidad exigidas. En otras palabras, es posible obtener pintura 'bonita', pero si no se arrancó el proceso desde la misma lata, es imposible lograr un resultado óptimo a largo plazo.

A un carro bien trabajado le realizaron un alistamiento óptimo de la lata y le aplicaron una base de calidad, que es desde donde se 'agarra' el color.  Ese trabajo consiste en quitarle a la pieza los sobrantes de pintura, aplicarle una impresión fosfatante y luego una 'pasta' de poliuretano, antes de echar color. De lo contrario, la pintura se 'marea'.
En cuanto al tono, hoy no hay disculpa para que la carrocería quede como una colcha de retazos, gracias a que las pinturas se fabrican con un software especial, que mezcla diferentes colores hasta obtener el original, mientras que, con la técnica tradicional de barrio, suele quedar ligera o notoriamente distinta porque se aplica 'al ojímetro'.
Los bordes excesivamente pelados de las puertas, la pintura 'saltada' sin razón aparente, el óxido en guardabarros y bordes de ventanas, malos terminados en las esquinas y boceles con rastros de color dejan al descubierto al pintor chambón. Además de las partes que se untan de la nueva pintura cuando han sido mal empapeladas para aislarlas.
EL INTERIOR
"Las cosas se parecen a sus dueños", reza el dicho, que en el caso de los vehículos se hace muy evidente en su interior, el único lugar en donde existe un verdadero contacto entre carro y piloto.

Asientos manchados y deformes, pisos rotos, millaré cuarteado, resortes salidos y tapizados desprendidos son características que, sin lugar a dudas, hablan del maltrato al que ha sido sometido el vehículo. "Si así es la cabina, cómo será la mecánica", es lo que debe preguntarse quien se enfrente a un interior en mal estado.
El cuero de los asientos, por ejemplo, no debe presentar 'mareos' irregulares, partes descocidas o roturas que no sean propias del desgaste (en los vehículos más viejos) y, si están rotos, es signo de que el dueño carga elementos punzantes, prendas engrasadas o cajas filosas y pesadas, es decir, de que utilizó el carro para lo que no fue diseñado.
Un buen asiento en cuero jamás destiñe, no se cuartea, es inmune a los rayos del sol, nunca se descose, no pierde su forma y posee un relleno durable.
LOS VIDRIOS
Vidrio chitiado o roto es vidrio perdido, sencillamente porque no tiene arreglo. Afortunadamente esos defectos son fáciles de ver en el vehículo y no necesariamente son motivo de rechazo (a menos que el problema sea estructural), pues al fin de cuentas, lo único que hay que hacer es cambiarlo.

Lo que sí puede ser un indicio de un arreglo 'a lo barato' es un panorámico de mala calidad, de esos que se ven manchados en algunas de sus partes o con burbujas internas que aparecen cuando el proceso de laminado no fue el óptimo. También los hay que distorsionan la imagen al mirar por sus extremos.
Esos vidrios suelen ser 'de combate' o adquiridos en talleres de dudosa reputación y puestos a la brava cuando no cumplen con las medidas exactas del vehículo. Tal situación lleva a que, por ejemplo, el marco haya sido alterado o que los empaques que lo rodean no sean los originales. Y un vidrio así pierde todas sus características de seguridad, además de que puede ser el especificado para el carro si el parabrisas no es laminado. Los vidrios llamados "de seguridad" se pueden usar en todas las partes del carro, menos en el parabrisas.
Los vidrios de las ventanas, que no son laminados como los panorámicos, sino templados, deben sentirse flexibles, no rígidos. Esa cualidad les permite desmoronarse en un choque, gracias a que son fabricados con una técnica que consiste en llevarlos a temperaturas muy altas y enfriarlos luego con chorros helados de agua, que los contrae y los hace flexibles.
En contraste, un vidrio ordinario es rígido y hecho como frasco de mermelada, lo que lo convierte en una verdadera guillotina en caso de un siniestro.
EL MOTOR
¿Es bueno que le digan que el motor está recién reparado? No necesariamente. ¿Un motor recién anillado es garantía de que va a durar varios años más? Quién sabe... El motor es el corazón del carro, y como tal debe ser tratado por cirujanos especialistas y no por mecánicos que reparan 'lo que les pongan'.

Muchos expertos coinciden en que es mucho más confiable un vehículo con motor ad portas de reparación que uno 'recién anillado'. A fin de cuentas, reparar un motor es cambiarle piezas, mientras que la anillada no es más que un remedio transitorio, es prolongar lo inevitable... y si el remedio no se aplica bien, es más el daño que el beneficio para él.
Así las cosas, es mejor comprar el carro 'para reparar' y hacerlo uno mismo para saber a ciencia cierta cómo fue el procedimiento y el uso de partes nuevas, ya que en muchos casos, cuando venden carros cuyo motor ha sido refaccionado, hay el riesgo de que no hayan hecho el arreglo como debe ser, sino para salir a la feria con él.
Por eso es importante tener claro en dónde fue reparado y el mantenimiento al que ha sido sometido desde la reparación: la calidad de vida de la máquina es directamente proporcional al buen o mal trato que le hayan dado durante sus primeros años de vida.
LA ESTRUCTURA
Si un motor y en general las partes mecánicas en mal estado son 'lo de menos', una  estructura (conjunto carrocería-chasís)  dañada es 'lo de más', sencillamente porque el primero es relativamente fácil de reparar, mientras que el esqueleto puede quedar torcido de por vida.

Pero todo depende: es posible enderezar un chasís, siempre y cuando se haga con toda la técnica, en un banco de enderezado, con las medidas exactas y en frío. Por el contrario, la forma más rápida pero más nociva de devolverle la forma a la estructura es calentándola hasta que pierda sus propiedades, para enderezarlo luego 'en par patadas', antes de que enfríe de nuevo.
Lo malo de esta técnica es que, al enfriar, el chasís no recupera las medidas exactas, lo que repercute en defectos fáciles de ver, como los empates de las latas (la 'luz' debe ser homogénea), la apertura y cierre de las puertas o, en el peor de los casos, en la carrocería, que se puede ver 'torcida'. Además, el metal pierde sus propiedades de resistencia y torsión.
Otras características que no son evidentes a los ojos del comprador, pero sí a los de un perito, son los puntos de soldadura, la tortillería, la empaquetadura (que no debe dejar colar el viento ni el agua), el estado de los pisos y el eje de la cabina, que debe ser completamente vertical.
LA SUSPENSIÓN
Es paradójico decirlo, pero es verdad: aunque la vida de los conductores depende, en gran medida, del estado de la dirección y la suspensión del vehículo, es en estos elementos en donde más se descuidan sus dueños y a los que menos les realizan mantenimiento.

Cuando las tijeras, las rótulas y las terminales de la suspensión están en mal estado, se oyen golpeteos en los huecos, la dirección vibra más de lo normal en los rizados y las llantas presentan desgastes irregulares porque el carro no está 'bien parado' en el piso. Esas piezas vienen selladas y toca cambiarlas cuando se dañan.
En cuanto a los resortes y amortiguadores, son los encargados de recibir el golpe del hueco y suavizarlo para que no se transmita a la cabina. Un resorte en mal estado se nota cuando el vehículo se bambolea de un lado a otro, mientras que un amortiguador dañado presenta fugas de aceite y rebota en exceso cuando se impulsa la carrocería hacia abajo.
Los rodamientos que funcionan mal generan un rumbido fácil de percibir cuando se rueda y que se hace más evidente cuando se gira. Otras piezas, como los ejes, el cardan o la barra estabilizadora pueden ser analizadas más fácilmente por un experto (su taller de confianza), que detecta, por ejemplo, si empaques y uniones de la barra estabilizadora están en buen estado.
Sobra decir que es vital revisar a fondo todo el conjunto de suspensión y dirección antes de adquirir un vehículo de segunda mano, pues del buen estado de estas piezas depende nada menos que su vida y la de los suyos. Y es a su vez, un reflejo del trato que ha tenido el carro previamente.
EL SISTEMA ELÉCTRICO
Es uno de los mayores dolores de cabeza cuando no funciona a la perfección ya que, por su complejidad, resulta muy difícil detectar la falla o 'el corto' que lo tiene funcionando mal.

Y si el vehículo es de esos modernos, con electrónica avanzada, el problema tiende a empeorar, pues se requiere de un experto de la marca para que le realice un análisis con los equipos de fábrica que detecten la falla.
Lo mejor es evitar los vehículos 'hechizos', es decir, aquellos a los que les instalan plantas, radios, parlantes y alarmas que requieren alterar el sistema eléctrico. En su electricidad y su electrónica, mientras más original sea el carro, más confiable será.
Los computadores del carro no se deben tocar, menos aún si el vehículo está funcionando bien. Por eso es recomendable preguntar en dónde y por qué se le hizo mantenimiento a esa pieza, si es que hay huellas de que fue 'tocada', que se suelen ver en los sellos rotos.
Pero si lo suyo es el carro engallado, con sonido profesional, pantallas LCD y esas cosas, cerciórese de que la instalación se la hicieron verdaderos expertos y teniendo en cuenta plazos de garantía sobre el sistema eléctrico del vehículo.
PARTES QUE DELATAN MALTRATO
*Cinturones de seguridad raídos.
*Accesorios plásticos cuarteados y mal pintados.
*Puertas descuadradas.
*Luces y stops en mal estado.
*Alfombra podrida o rota.
*Cromados oxidados.
*Asientos descuadrados o salidos de los rieles.
*Malos olores en la cabina.
*Línea de la carrocería descuadrada.
*Mal estado de las bases de los parales de las puertas.
*Vidrios de diferentes marcas.
*Soportes de la batería oxidados o podridos.
*Llantas de distintas marcas y estados.
*Rines golpeados.

ROMPA MITOS
"Este carro está perfecto porque nunca ha salido de la ciudad". Un motor sometido a trancones permanentes es mucho menos sano que uno acostumbrado a viajar por carretera porque contiene más residuos de hollín e impurezas del mal aire que 'respira'.

"Yo nunca lo he subido de 60". Los motores están diseñados para revolucionarlos y no para 'empacarles' los cuatro o cinco cambios en una sola cuadra. La conducción 'lenteja' es, en muchos casos, mucho más nociva para el motor que el exceso de pedal.

"El carro rara vez sale del garaje". Las cosas se dañan más de no usarlas que de usarlas, de ahí que 50 mil kilómetros de recorrido son 'un chiste' para in vehículo diseñado para aguantar cientos de miles de kilómetros.

"Jamás le he echado gasolina corriente". No necesariamente es una carta de presentación porque no todos los motores requieren el uso de extra permanente. Y si el carro se mueve en ciudades altas, como Bogotá o Tunja, funcionan a la perfección con gasolina corriente. Además, la extra suele ser más sucia que la corriente, pues se mueve menos en los expendios y acumula más residuos.

"Yo he sido el único dueño". Un solo dueño, pero 'pata brava' es más nocivo que tres dueños estrictos en mantenimientos preventivos y correctivos.
   
LA HOJA DE VIDA MECÁNICA
A medida que los vehículos van envejeciendo, sus dueños se vuelven más laxos para hacerles el mantenimiento, elegir el taller y comprarles los repuestos, especialmente si se trata de un carro de gama económica.

Pero como oferta hay mucha, lo mejor es elegir el vehículo que presente el menor número de entradas al taller y evitar aquellos que han pasado por un sinnúmero de mecánicos. Prefiera los que demuestren lo siguiente:
*Un kilometraje acorde o menor al que establecen los cánones (a lo sumo 20 mil kilómetros anuales).
*Mantenimiento en talleres autorizados durante los primeros años de vida (cambio de aceite, filtros, revisiones neurálgicas).
*Reparaciones 'grandes' (motor, pintura, estructurales, etc.) en talleres idóneos.
*Mantenimientos preventivos en áreas clave del vehículo (suspensión, frenos, alineación, sincronización).
*Revisión técnico-mecánica al día.
* Si es más barato de lo que sugiere la Revista MOTOR, investigue... Nadie regala las cosas.

¿LOS USADOS TIENEN GARANTÍA?
Salvo que quede estipulado en el contrato de compra-venta, la garantía no aplica para vehículos de segunda.

Este contrato supone el visto bueno del comprador y parte del entendido que el vehículo es usado y, como tal, sus piezas no están 100 por ciento al día. De ahí la importancia de revisar las áreas más neurálgicas del vehículo antes de firmar.

NO OLVIDE LO LEGAL

*Impuestos pagos.
*Traspasos legalizados.
*Registro ante el Runt.
*Soat vigente.
*Sin antecedentes en el DAS.
*Pago de comparendos al día.